lunes, 22 de octubre de 2012

Estar de regreso

Estar de regreso.

¿Que puedo decirles? estar de regreso es maravilloso aunque no voy a decir que todo fue fácil, me acostumbré mucho a un estilo de vida, el estilo de vida de au-pair. Cuando volví dificilmente podía dormir de corrido, pues en Chicago mi sueño se volvió muy ligero, mi HM utilizaba tapones en los oídos para poder dormir y en más de una ocasión me levanté en la madrugada al escuchar llorar a mis bebés o a mi niño grande que no se sentía del todo bien, en fin, recuperar mi sueño de muerto me costó trabajo, gracias a Dios lo pude recuperar.

Soñar, no se si recuerdan o si lo leyeron, pero cuando recién había llegado a Chicago, soñaba con estar en México, pues estando acá, las primeras semanas ocurrió al contrario, había noches que soñaba que estaba allá, que no había vuelto a México y recuerdo sentir una gran angustia por no estar aquí, no imaginan mi alivio al abrir los ojos y ver una pared azul turquesa en lugar de una amarillo pastel, no me sucedió una vez, ni dos, sino varias, todavía me sucede, aunque con menos frecuencia.

Otra de las cosas que extrañé casi de inmediato es tener mi dinero cada semana, ese dinero por el que estuve trabajando y con el que podía hacer lo que quería, desde gastármelo enterito en ropa si quería o darme algún otro lujo, así que lo primero que hice fue conseguirme un trabajo, un trabajo que amé y me  enseñó el camino que quiero tomar para mi vida, a lo que me quiero dedicar, me metí a clases de francés, lo cual la verdad era un objetivo cuando me fui de au-pair, aprender otro idioma que no fuera el condenado inglés, por razones que ya saben, no pude hacerlo así que a mi regreso no dudé en iniciar ese nuevo proyecto (mas vale tarde que nunca) en estas clases y mi trabajo conocí a un montón de personas, personas que no hubiera conocido de no haber regresado antes y que ahora son muy importantes para mi, de verdad que no hay mal que por bien no venga. Se los digo de verdad.

Cuando regresé además del cambio de rutina y el dinero, el shock más grande fue el de volver a ser hija de familia, ya nada que me voy por ahí sin avisarle a nadie más que a mis amigas para que fuéramos en bola, nada de irnos de parranda y terminar a las siete de la mañana, adiós a desconectarme del mundo por el fin de semana para irme a donde yo quisiera y con la compañía que quisiera acompañarme, adiós a mi "independencia" tanto económica como la personal. Regresar a vivir con mis papás y volver a avisar a donde voy, con quién y a que hora regreso, volver a pedir permiso para todo, nunca me ha pesado porque nunca, ni ahora ni antes de irme a Chicago me han dicho que no, pero cuesta, cuesta dejar ir esa independencia increíble y falsa a la que una se acostumbra súper rápido.

Aunque no lo crean extraño a mis niños, esos niños locos que con frecuencia me hacían querer jalarme los pelos y los únicos en esa casa me querían de verdad, sueño con ellos seguido y no hay día que no piense en ellos, como estarán, si mi niña ya dejó de escribir las letras al revés y como irán sus clases de ballet, si mi niño ya aprendió por fin a escribir, porque se negaba rotundamente, si por fin lo llevaron a sus clases de Hookey que tanto moría por tomar, si preguntan por mi o si ya se les olvidó que tenían una au-pair llamada Jimena, que los molestaba para que dijeran ¡Hola! cuando los recogía de la escuela y les cantaba los números mientras subían las escaleras o las partes del cuerpo a la hora del baño, si mi niño grande ya es un experto en el ajedrez y si por fin terminó de leer los libros de Harry Potter. Los extraño, cada día y cada día me preguntaré por ellos.

Extraño a mis amigas, esas amigas que son parte de mi, aquellas que fueron un soporte irremplazable para mi, a ellas a quienes les debo mi cordura, pero sé que las volveré a ver algún día y así como una vez el Skype me acercó a mi familia y todas las personas que dejé acá en México, ahora me acerca con las amigas que se quedaron en Chicago, Seattle, Nueva York, California y otras tantas que están regadas por Alemania y Colombia de regreso en sus casas.

La vida es buena de regreso en casa, pero mi vida en Chicago también tenía cosas buenas, aún así prefiero estar de regreso a mi vida, esta que tiene cosas que no me gustan, pero que es la que a final de cuentas no es prestada. Es verdadera. Y mía.